RECEPCIÓN COMO ACADÉMICO DE NÚMERO DE LA REAL ACADEMIA CANARIA DE BELLAS ARTES DE
LUIS COBIELLA CUEVAS.
CONTESTACIÓN A SU DISCURSO QUE LEYÓ EL ACADÉMICO
LOTHAR SIEMENS HERNANDEZ
(1993)
Señores académicos:
Por tres motivos asumo con enorme satisfacción la grata tarea de saludar en nombre
de la Real Academia Canaria de Bellas Artes de San Miguel Arcángel a don Luis Cobiella
Cuevas en este momento de su ingreso en nuestra Corporación: el primero, por tratarse de
una figura singularmente relevante de la creación musical, del pensamiento estético y poético
y del arte de la comunicación y de la enseñanza; el segundo, por tratarse de un canario
universal a la par que entusiasta impulsor del progreso y de las artes en esta isla de La Palma,
que a través suyo tendrá desde ahora voz firme entre nosotros; y el tercero, porque su
bonhomía y generosidad despiertan siempre corrientes de amistad y de confianza hacia quien,
precisamente por estas virtudes, mereció ser designado primer Diputado del Común en el
marco de nuestra joven Comunidad Autónoma de Canarias.
Pero hay todavía otro cuarto motivo, ciertamente de índole más personal: la
admiración que este académico le profesa desde hace muchos años; desde que conocí su
breve pero atinadísima aportación musicológica sobre el folklore de La Palma, trabajo
publicado en la Revista de Historia de la Universidad de La Laguna que incide en el campo
de mi especialidad, y en el cual pude apreciar inmediatamente, pese a ser entonces yo un
simple aprendiz, cómo la inteligencia, las dotes de observación y el buen sentido eran capaces
de iluminar de golpe un sendero en el que tantos otros profesores y músicos canarios habían
perdido el rumbo al intentar transitarlo.
Recuerdo que, al poco de esta primera aproximación intelectual a Luis Cobiella
Cuevas, vi anunciada en la prensa una inmediata disertación suya en el Real Club Náutico de
Las Palmas; y allí tuve la fortuna de escuchar, tímidamente instalado en las penumbras de la
última fila, al maestro preciso de la claridad disertando sobre cuestiones musicales ante un
público deportivo y más bien frívolo, al que supo sin embargo cautivar con su sencillez y con
su mesurada vehemencia. No contacté con él, ni entonces ni después, a no ser indirectamente
a través de amigos comunes (José Pérez Vidal, Talio Noda Gómez...), y sólo hace dos años
nos sentamos por vez primera codo a codo en una mesa de despacho frente a otro amigo
común, Maximiano Trapero, en una conversación gratísima y plagada de deseos de
colaboración y de caminos abiertos al futuro. Pero es lo cierto que el día a día corrige
drásticamente los senderos de las ilusiones, y así, sólo hoy nos hemos vuelto a reencontrar
físicamente. Y espero que comprendan todos Vds. el porqué de la satisfacción que en estas
circunstancias me habita: es la de sentirme profundamente gozoso de que ingrese él
finalmente en donde debió estar instalado hace muchísimo tiempo para, si acaso, ofrecerme la
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dicha de saludarme hoy a mí, como humilde admirador de su arte cuidadoso y de su vasto
pensamiento.
Si alguna sombra empaña este gozo, Señores Académicos, no ha de ser otra que la del
reciente deceso de nuestro antiguo compañero en las tareas musicales Manuel Bonnín Guerín,
cuyo sillón ofrecemos hoy atinadamente a Luis Cobiella. El maestro Bonnín vivirá en el
recuerdo de todos los canarios como el poeta de la música que fue: compositor de hondura y
de amplio sentimiento, plasmado incluso en formas tan breves como intensas. Recordaremos
siempre su exquisita corrección y su juicio certero, y también su mirada viva, escrutadora, con
la que asistía últimamente desde el silencio a nuestras disertaciones.
El creador Luis Cobiella Cuevas toma hoy el relevo. A Luis, como palmero, le ha
cabido la suerte de poder cultivar unos géneros de composición singularísimos: los Autos
Marianos y Ballets de las fiestas lustrales de esta isla [de La Palma]. Son géneros literarios y
dancísticos ya únicos, cuya práctica hunde directamente sus raíces en pleno Barroco español,
y que han ido renovándose a través de los tiempos con la incorporación de los nuevos
pensamientos estéticos. Las fiestas lustrales de La Palma nos ofrecen, en efecto, una liturgia
rancia expresada con lenguajes siempre renovados, en los que los músicos, los poetas y los
escenógrafos insulares tienen ocasión de aportar cada cinco años los novedosos productos de
sus respectivos ingenios. En los últimos tiempos, el músico y poeta de estos autos,
intermedios y ballets se llama Luis Cobiella, que hace vibrar en este marco incomparable a los
actores, los solistas, la orquesta y los coros del evento con su invención poderosa. Pero no es
la suya una música descontextualizada de su función y de su medio: aquí y allá afloran
intenciones repensadas y alusiones al sentir popular, como en el Minué de los Aires en Re o
en el Elogio del Yambo, piezas que, como el mismo autor nos explica, comentan y varían en
torno a los populares "Aires de Lima" y "Santo Domingo". A esta tarea cívico-artística, que
representa un ingente trabajo asumido ya en cuatro ocasiones, añade Luis Cobiella un cúmulo
de composiciones de variada estructura, como La Palma, para voz y pequeña orquesta; Cinco
nanas, para cuarteto u orquesta de cuerdas, o Villancico para coro: obras que han sido
estrenadas tanto en La Palma como en Madrid y en las que han intervenido solistas y
agrupaciones de prestigio tales como Pilar Lorengar, la Orquesta Sinfónica de Míchigan, los
Coros de Radio Televisión Española, etc.
¿De dónde surge este compositor singular, con voz propia e independiente? No
ciertamente de los cenáculos especializados de la música. Luis Cobiella es, primordialmente,
un gran estudioso de todo y un pensador impregnado del espíritu universal que poseían los
intelectuales del Renacimiento, por ejemplo. Para él la música, cuya complejísima gramática
ha estudiado a fondo y conoce muy bien, es otro producto más dentro de una suerte de
alquimia cultural; porque no en vano su formación universitaria en La Laguna tomó los
derroteros de las Ciencias Químicas. Amante también de las Matemáticas, la Física y las
Ciencias Naturales, fue docente de estas materias en el Instituto Nacional de Enseñanza
Media de Santa Cruz de La Palma; pero alterna esta docencia con la de disciplinas
humanísticas: Literatura, Historia... Y cultiva también la Poesía y el Ensayo, de lo que son
testigos títulos suyos publicados como Versos sin paisaje, Desde el ser de la vida, Las
orillas de Dios, y también su amplio ensayo lleno de vivencias Juan Canario, los Derechos
Humanos y el Diputado del Común.
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Ha colaborado también en numerosas revistas y periódicos, no sólo con estudios y
ensayos de pensamiento, sino además como crítico teatral y musical, lo que nos conduce a
otra de las grandes facetas de su personalidad: la didáctica y el cultivo de la opinión a través
de la comunicación. En este sentido, llegó a ser el responsable y director del palmero Diario
de Avisos, periódico decano de la prensa de Canarias; y asimismo fue fundador y
programador de la emisora "La Voz de La Palma", actualmente integrada en Radio Nacional
de España. Todo esto nos muestra una capacidad de organización e inventiva que incluso le
llevó a asumir, haciendo alarde también de su capacidad de homo technicus, la dirección de la
empresa eléctrica palmera "Riegos y Fuerzas de La Palma S.A.", actualmente absorbida por la
UNELCO.
Esta amplitud de actividades tan varias, sin duda producto de una curiosidad ferviente
(lo que de cierto constituye la virtud motriz que redime al hombre), nos configura la
personalidad artística, humanística y científica de Luis Cobiella Cuevas, estudioso de las
Matemáticas y de la Música y meditador de la Gramática y de la Didáctica. Todo ello, nos
dice él, "orientado al problema de la Comunicación". Y qué misterio de la comunicación hay
más sublime para ser meditado, en esta ocasión de su acercamiento a nosotros, que el de la
propia música de Wagner, con su ordenada maraña de caracteres descriptivos entrelazados y
anunciados por medio del tan traído y llevado procedimiento del Leitmotiv?
Decía Georg von Dadelsen, uno de mis grandes maestros en la Universidad de
Hamburgo, que la aspiración de todo buen musicólogo deberá encaminarse a poder decir algo
fundamental sobre cualquiera de estos dos grandes genios de la música: Bach y Wagner. Son,
efectivamente, dos fuerzas arrolladoras, cuyas obras representan sendos esfuerzos humanos
difícilmente explicables. Luis Cobiella, cuyo gran talante musicológico es innegable, nos ha
hablado esta tarde sobre un problema no solucionado del pensamiento musical de Richard
Wagner: la contradicción inherente a expresar la más profunda necesidad del amor más
sagrado entonando el Leitmotiv de la renunciación. Una vez más, la clara inteligencia de Luis
se aproxima a la oscuridad de este misterio tratando de iluminarlo con luz propia. Un ensayo
encomiable y original, razonado en clave de arte, que a todos nos ha subyugado.
Ojalá que la antorcha de su inteligencia y la exquisita finura de su ponderación
beneficien con igual fortuna a los afanes de nuestra querida Academia. Los merecimientos y
las virtudes de este nuevo Académico, ciertamente, nos estimulan. Por eso felicito también a
nuestra Corporación en el momento de darle la bienvenida más cordial en su seno a nuestro
nuevo compañero de trabajos, don Luis Cobiella Cuevas.