Objetivo

Página para difundir la obra de Luis Cobiella Cuevas, músico, poeta, humanista, primer Diputado el Común de Canarias, premio Canarias de Bellas Artes 2002,..., nacido en Santa Cruz de La Palma en 1925 y fallecido en 2013.

 

Recordando a Luis del cineasta Jorge Lozano

 https://www.youtube.com/watch?v=bz5iMWWNYeE 

 

 

 

VIDEOS

 

Palabras de Luis Ortega en el entierro de Luis Cobiella  (vídeo)

 

LuisCobielladespedidada en YOUTUBE (Video de Juan Arturo Sangil -Novafoto-)

 

https://www.youtube.com/watch?v=ZYoUi8wOwQY

 

 

Luis Cobiella Cuevas
Luis Cobiella Cuevas

Tras algunos recuerdos, un fruto de solidaridad

 

Prólogo al libro “Los orígenes de la electricidad en La Palma – El Electrón

 

Un grupo de profesores y alumnos del Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) “Virgen de Las Nieves” de Santa Cruz de La Palma, constituido luego en “equipo de trabajo formado por historiadores, técnicos en arquitectura y electricidad y otras especialidades afines” ha elaborado un trabajo de investigación sobre la electricidad en Santa Cruz de La Palma. El modo y la amplitud del trabajo son, a mi juicio, ejemplares y gratificantes. Seducido por su lectura, quisiera confundirme por breves instantes con el equipo redactor, y atreverme a ser incluido en el “lugar de aprendizaje, encuentro y amistad” felizmente constituido por la comunidad educativa del IES “Virgen de Las Nieves”. Por ello, en adelante y hasta el final, me reduciré a intercalar algunos ecos de carácter personal sin orden y concierto salvo el orden de la lectura y el concierto de la adhesión.

Al igual que en otras cuestiones, fue en la eléctrica pionera la isla de La Palma. En septiembre de 1892 se constituyó la Sociedad Anónima Electrón, término que, juntamente con otros igualmente representativos del romántico modo decimonónico, entre ellos la sociedad menos anónima “Urcéolo Obrero”, extendió a la primera mitad del XX los gustos del XIX. Posteriormente advendría el largo "Riegos y Fuerzas de La Palma, S.A.", feamente abreviado en RIFU. De Electrón a RIFU ganamos la suficiente cantidad de medios y perdimos  la calidad del candor.

Aparte de la energía suministrada por “Electrón” (“el letrón” para los niños de entonces), desde finales del siglo XIX hasta buena parte de la segunda mitad del XX la venta pública de electricidad coexistió o, en algunos casos, fue precedida por la que hacían establecimientos con elementos motrices orientados a particular industria, más bien limitada y pequeña, que, secundariamente, con lucro o sin él, suministraban energía a terceros en zonas igualmente limitadas y pequeñas y en número generalmente corto.

    En ocasiones no frecuentes, tales centros de venta de energía continuaron haciéndolo aún después de cerrar su inicial negocio particular. Se dieron casos de pequeños fabricantes exclusivamente dedicados a la venta de energía, siempre de una manera casera y con graves limitaciones. El negocio lo era merced a la dejación de requisitos necesarios no ya para el crecimiento de la empresa sino, simplemente, para su mantenimiento; tales requisitos, generalmente obligatorios, eran de orden económico, técnico, legal y de seguridad.

    Estas empresas estaban condenadas al fracaso; duraron más de lo previsible por: a) la dificultad de ser sustituidas por otras empresas idóneas; b) la dificultad de otras empresas en alcanzar la debida idoneidad; c) la tolerancia de la Administración, generalmente por motivos políticos.

 

***

 

El servicio eléctrico propiamente dicho, en la isla de La Palma y en las demás, comprende tres etapas: implantación (1890/1950), desarrollo (1950/1980) y consolidación (1980/1990). A su vez, en la trayectoria global cabe una clasificación aún más simple: empresa privada (1890/1970) y empresa pública (1970 hasta finales de los noventa).

Víspera de la implantación, y como premonición de la tensión eléctrica, la tensión del progreso y la aventura animaba a una singular confluencia, cordialmente diferenciada, de nobles en ocaso, burgueses en alza y selectos maestros artesanos; sumábanse así diferentes y complementarios intereses e inteligencias, en virtud del gradiente[1] que impulsaba a emprender, preciosa palabra que funda, salvadora, el sentido de la palabra "empresa".

    Cedo en este punto a la tentación de transcribir algunos párrafos de la primera Memoria de la Junta Directiva de Electrón, a la que se hace referencia en el apartado 3.2 de este trabajo. Se trata de un documento singular en la historia eléctrica de la región:

 

Honrado con la Dirección de esta Sociedad y teniendo en consideración que ha transcurrido más de un semestre desde su constitución, tiempo que abraza la laboriosa gestación que ha precedido en progresivo y constante desarrollo al completo establecimiento de esta Empresa, júzgome en el deber de dar cuenta de la historia de su génesis, consignando sumariamente la manera con que el proyecto de alumbrado eléctrico de esta población fuera iniciado, y con qué extraña rapidez ha sido traído a la práctica un pensamiento que por tal modo determina uno de los más útiles adelantos con que los pueblos cultos se envanecen.

    Enterado por un individuo de mi familia, joven estudiante enardecido con el entusiasmo propio de su edad y que en el hogar doméstico pintó con los más risueños colores la posibilidad de establecer en este su país natal aquel maravilloso elemento de progreso, de que existía en Madrid establecida la casa sucursal de Jackson Hermanos, ingenieros representantes de los talleres de construcción de Oerlikon en Suiza, cuyo jefe se hallaba dispuesto a estudiar una instalación para alumbrado eléctrico de esta ciudad, escribiose a éste en 7 de Diciembre de 1891, de acuerdo con varias personas que apoyaban con  patriótico entusiasmo tal proyecto y las cuales en su mayor parte se han inscrito como accionistas de la Empresa...

    ...En efecto: estudiado por aquel inteligente señor el pensamiento y resuelto por el mismo sobre el terreno el problema de la mejor manera de instalar los aparatos productores de la electricidad con la fuerza motriz del agua del abasto público...

    Aprobado el proyecto de Estatutos de la Sociedad "Electrón"; concedida por el Excelentísimo Ayuntamiento de esta Ciudad de acuerdo con la Empresa Hidráulica de la Dehesa de la Encarnación la autorización para utilizar la fuerza del agua pública como motriz de los aparatos para producir la luz eléctrica...

    Tal ha sido, en compendiado resumen, la iniciativa del pensamiento de instalar el alumbrado eléctrico en este país; tal el sucesivo desarrollo de tan importante proyecto; y tal el pronto y deseado éxito de una idea que, concebida hace apenas algunos meses, madurada, más bien que por un largo periodo de laboriosos esfuerzos, al fecundante calor del entusiasmo, cuyas energías han vencido siempre los mayores obstáculos y han llevado a la realidad las más arduas empresas, es hoy un hecho que eleva nuestro país al nivel de los pueblos para quienes no han sido letra muerta los maravillosos descubrimientos de la Ciencia y las constantes evoluciones del Progreso.

    Santa Cruz de La Palma, 14 de Octubre de 1892.

 

¡Habría que destacar tanta cosa! La elegante corrección del lenguaje -lo digo con nostalgia y sensación de actual empobrecimiento-; el modo “decimonónico”, a veces superficialmente denostado, da cuenta aquí de la rigurosa intención de estructurar la comunicación con tanta fidelidad como riqueza de medios, ésta al servicio de aquélla.

    Destacar también la imaginación creadora, en este caso partida de “un individuo de mi familia, joven estudiante enardecido con el entusiasmo propio de su edad y que en el hogar doméstico pintó con los más risueños colores la posibilidad de establecer en este su país aquel maravilloso elemento de progreso”; y destacar también la inclusión en la aventura creante de “varias personas que apoyaban con su patriótico entusiasmo tal proyecto”[2].

     Cincuenta años más tarde, el Cabildo palmero, asimismo obediente a parecidos gradientes, se sintió llamado a remediar la pública penuria de energía eléctrica: una vez más se redactaron proyectos para explotar saltos de agua y se invitó al patriciado isleño a participar en la aventura... y aquí concluye el paralelismo con la primera aventura: el palmero no acudió esta vez a la suscripción de acciones. ¿Se había consumido su patriótico entusiasmo? Unicamente constato que había cesado la tensión y no hubo corriente de ilusiones y aventuras, ni de dineros, ni de electrones. Tampoco acudió capital de otras islas. Sí acudió desde otros puntos de la península: Barcelona, Madrid, Alicante (el nombre de la nueva sociedad eléctrica palmera fue mera copia de "Riegos y Fuerzas de Levante").

 

***

 

En este trabajo se ha descrito con valioso pormenor el tiempo de implantación. Trabajé largos años en la empresas RIFU y UNELCO y ello me permite comentar algún detalle del tiempo de desarrollo.

Desde su inicio, Riegos y Fuerzas de La Palma, S.A. carga con la servidumbre política que aporta su accionista mayoritario, prácticamente dueño, el Cabildo de La Palma. Me refiero a la prioridad otorgada a la construcción de la central térmica sobre la central hidráulica; esta última se inauguró cinco años después, cuando RIFU estaba descapitalizada, debido, entre otras causas, a vender durante cinco años la energía térmica a los bajos precios aprobados para la energía mixta termohidráulica[3]. 

    Aún así, RIFU inicia le electrificación insular[4], lo que precipita la precariedad de sus medios, en especial centrales de producción. A finales de los años cincuenta redacté un Proyecto de Electrificación Insular, que fue aprobado por el organismo administrativo correspondiente, la Comisión Provincial de Servicios Técnicos. No se materializa el proyecto por defecto de la coyuntura económica. El Proyecto de Electrificación se realizó sucesivamente hasta completar el servicio a los catorce municipios. Aunque, en el recuerdo, esta tapa se me ha hecho entrañable -tuve ocasión de patear la isla desde Garafía a Fuencaliente (para cruzarlo, bajaba al fondo del Barranco de Gallegos mediante escaleras de mano porque aún no había continuidad de pista)- consideradas en su actualidad, sin el noble y encubridor trabajo del tiempo, fueron duras: los pocos medios disponibles derivados de la grave penuria de la empresa obligaron a realizar trabajos en condiciones desfavorables y arbitrar electrificaciones con la colaboración “en especie” de los vecinos: ellos proveían la postería para las redes de baja tensión, arrancando árboles de sus terrenos, no de pino sino de castaño, más resistente al pudrimiento, pero también menos recto que el pino: sus trazas curvadas hacían difícil cualquier alineación y, consecuentemente, la consistencia del sistema. Fuimos por aquel entonces pioneros de los apoyos metálicos en Canarias para la alta tensión merced a la idea del Consejero Delegado Don Antonio Carrillo Kábana, que nos que nos sugirió la posibilidad de hacer el tendido con esos apoyos metálicos, más practicables que los pesados postes de hormigón, de difícil trasiego a través del accidentado relieve insular.

    Llega el momento en que se plantea la transferencia de RIFU al sector público, vía INI.

    Estamos en un punto de inflexión de trascendencia regional, porque la transferencia de RIFU concluyó en el hito principal de la historia del servicio eléctrico en Canarias: la conversión de UNELCO privada, restringida a las islas capitalinas,, en UNELCO pública extendida al archipiélago. He aquí La Palma presente en los momentos claves de la electrificación regional: en su inicio y en su salvación ha sido pionera modesta y decisiva. En esta etapa estaban enfrentadas las posiciones de UNELCO y RIFU, ésta favorable a la intervención estatal, aquélla dilatando la intervención directa del INI. Como Director Técnico de RIFU me fue dado sostener conversaciones con UNELCO e INI y añadir a otras vías principales o directas una mediación tan modesta como interesada.

    El proceso de integración de RIFU en el INI concluyó en 1965. Hasta 1969, la relación del INI con UNELCO se reduce al establecimiento en Tenerife, desde 1962, de la central flotante "Nuestra Señora de La Luz".

    RIFU despega: completa la electrificación insular y realiza en buena parte las de La Gomera, El Hierro y Fuerteventura; atendí y estuve presente en la construcción de centrales y redes principales de las dos primeras islas. Me trasladaba periódicamente a ellas, llevando conmigo a Concha y a María, mi hija mayor, entonces muy pequeña.

Cuando los dueños americanos de UNELCO aceptaron entrar en conversaciones solicitadas por el Gobierno español,  RIFU compró UNELCO por más de 1.300 millones de pesetas; fue la mayor inversión hasta entonces del Estado en Canarias. Sucede así la fusión RIFU-UNELCO, que viene a ser administrada por el Consejo de RIFU. Desaparece ahora el nada eufónico nombre de “RIFU” y se sustituye por el tampoco eufónico de “UNELCO

 

***

 

Una vez extendido el servicio a la totalidad del Archipiélago, se inicia la regularidad del suministro. En este periodo UNELCO casi multiplica por 5 la venta de energía y por 25 los recursos.

    Es la etapa de la normalización del servicio por consolidación de la empresa. Se multiplican las inversiones, las redes, los centros de transformación, los abonados (que dejan de serlo para convertirse en clientes); se superan los 1.000 MW de potencia instalada, se aplica la telefunción al mando, la medida y el control, se moderniza la estructura informática.

Hay medios económicos para hacer, por fin, lo debido. Resulta que hacer lo debido cuesta cien años. Cien años para el logro de algo que se dice en breves y sencillas palabras: normalización del servicio por consolidación de la empresa. Cien años para concluir en que la consolidación es condición, si  no suficiente, sí necesaria, y previamente necesaria, para la normalización del servicio. Entonces, y sólo entonces, "servicio eléctrico" es un servicio; y entonces, sólo entonces, el servicio es una gratificación; aunque, entonces y después, al fin del siglo XIX y al fin del siglo XX, el servicio fue respuesta a una llamada, una vocación.

El resumen de la historia es el siguiente: alguien fue fiel a una vocación y dio respuesta a una llamada, obediente a la tensión diferencial, y el gradiente vital comenzó a actuar en La Palma y en 1892. No sé si hoy es motivo de presunción lo que voy a reseñar (para mí lo es): en la aventura del servicio eléctrico, con los altibajos propios de la aventura, nadie ganó dinero, más bien durante mucho tiempo los accionistas hubieron de aportarlo. Recuerdo cómo los consejeros del Cabildo Insular de La Palma avalaban letras y compraban combustible para poder mantener en marcha un motor por una noche más. Recuerdo las protestas airadas y justas que gravitaban sobre mí en los frecuentes apagones; éstos y otros malos tragos marcaron mi vida y mi salud; pero el balance ha sido positivo: treinta o cuarenta años después les cuento a mis nietos, en jornada de excursión, recuerdos amables, únicamente amables. Llegar a un lugar, medir las distancias, considerar el entorno aún limpio de apoyos y conductores, regresar con los datos a la mesa de trabajo, calcular, proyectar y realizar se constituye, tras los años, en inmerecida gratificación: recuerdo ahora a todos los que conmigo patearon, midieron, cargaron, alzaron, tendieron: les diría: “llevamos la luz”. Los recuerdo a todos: desde Pedro, Valerio y Tomás hasta Mauro, el que luego me sustiyó y mejoró mi trabajo con gran inteligencia y total dedicación.

 

 

   He aquí la sucinta historia del servicio eléctrico en Canarias: sucedió que el kilowatio costaba mucho más de lo que podía tarifarse, y sucedió la necesidad de ayuda pública. Para atender esa necesidad  UNELCO fue empresa pública, ayudada por la totalidad de los españoles, canarios incluidos. La luz, el confor y la fuerza que de ella  obtenemos es fruto de la solidaridad. Esto debe saberse. Este trabajo que el lector tiene en sus manos cumple la virtud de recordarlo.

Al final de los noventa, UNELCO ha dejado de ser empresa pública y continúa encargada de un servicio público. Esperemos que la deseable rentabilidad de la empresa sea compatible con una no menos deseable calidad del servicio.

 

Luis Cobiella Cuevas

Fue Director Técnico de UNELCO en La Palma

(Realizó los proyectos de electrificación de La Palma, Gomera y El Hierro)

 

 

 

 

[1] “Gradiente” tiene voces sinónimas o familiares: atracción, avidez, tendencia, sed, impulso

[2] Merece destacarse la deliciosa grandilocuencia del párrafo citado en la Introducción, publicado en 1894 en “Amor Sapientiae” , grupo social y periódico promovidos y dirigidos, entre otros,  por mi abuelo Pedro Cuevas Pinto.

[3] Uno de los cuatro motores Paxman citados en el párrafo 3.3 sufrió grave accidente en su descarga del barco al muelle, lo que significó una merma inicial de potencia.

[4] Creo recordar que, en principio, se suministraba energía a Santa Cruz de La Palma y las Breñas, tal vez aledaños de Mazo. Los municipios del Valle de Aridane estaban atendidos por las Hidroeléctricas de Argual y Tazacorte.

 

 

 

 

 

 

 

La fuerza de las Fiestas Lustrales

Para el libro de El Carro, editado en 2005

 

 

 

El Carro no es una pieza dramática fosilizada que, sin variación, se repite cada lustro. Para cada ocasión, lo compone expresamente un poeta de la isla. Y así, pues, los Carros, con mayor o menor acierto, reflejan las tendencias artísticas de cada época.

Éstas son palabras de Don José Pérez Vidal. Constituyen un dato importante, básico por su concreción y por la generalidad de su aplicación, para entender lo que un Carro sea, y las tengo presentes en la reflexión que sigue

 

El nacimiento de la Bajada de la Virgen y el Carro son contemporáneos de Juan B. Poggio: este palmero del XVII escribió loas al Sacramento (Corpus) y a la Virgen de las Nieves (Bajadas), aparte otras líricas menores igualmente maravillosas que, en conjunto, lo declaran epígono del Siglo de Oro. Por ejemplo: el final de su soneto a la muerte del Rey don Carlos de Austria,

que éstos que ves diluvios impacientes

lágrimas son, mas durarán diamantes

¿no resuena con la estructura

polvo serán, más polvo enamorado?

 

Debo avisar que soy un fan de Poggio: deduzca el avisado lector cuanta desmesura sea achacable al fan para que sólo reste la mesura de una reflexión razonada, tal como intento comunicarla en mi libro “Comunicación vivida”.

Poggio dice cosas hermosas del Sacramento y de María. Y las dice según una estructura generalmente fija que pudiera asimilarse a la lógica condicional:

p q

p representa lo exterior, las más bellas expresiones de la poesía universal; revela la inteligencia teológica aplicando la condición y a la vez la ilación, y q representa lo interior y da testimonio de la fe de Juan Bautista Poggio Monteverde. El esquema es, en general, aplicable a la mayoría de los Autos del XVII y, naturalmente, a los Carros sucedidos desde entonces: por tal motivo lo detallo aquí; es éste:

 

¿Viste esto o aquello? [p]

pues []

la fe aquello y esto. [q]

 

Transcribo un fragmento de la Loa a Nuestra Señora de las Nieves “El ciudadano y el pastor”, de Poggio:

 

¿Viste, gran Señora...

y [viste] que...

...

¿Y que estas nevadas cumbres,

cuanto atesoran de perlas

las liquidan en arroyos

porque, juntos, se desprendan

y formen al Nilo que,

corriendo por varias tierras

como jamás llueve allí,

solamente el Nilo lleva,

siendo su nieve la causa

que produce y alimenta

la rosa, que a nácar viste,

el clavel, que bermejea,

el jazmín, que ámbar respira,

la moqueta, que se nieva,

las vides, en lluvias rojas

y a Ceres, en rubias eras?

Pues de esta suerte, Señora,

la fecunda nieve vuestra,

que es Nilo, que es mar, formados

de aquella materia bella,

tanto ven cuanto fecunda,

tanto mira, como riega,

tanto toca, como cría,

tanto quiere, como aumenta.

Corriendo una y otra nieve

lo que, en cuanto símil muestra,

reservando a su blancura

de incomparable belleza,

grados, excesos, ventajas,

distancias y diferencias.

 

Como es sabido, la Bajada de la Virgen se inició a propósito de una sequía en 1676 cuando por decisión episcopal se estableció que se mantuviera la rogativa cada cinco años y así tiene lugar la Bajada desde 1680. Pero me permito añadir –no sustituir sino añadir- que la fuerza de las Fiestas Lustrales descansa en la fuerza inicial del Carro, de Poggio, del Siglo de Oro. Un Carro que ya estaba en la Península, que halló en La Palma otro Calderón que lo dedicara a la Virgen de las Nieves y que encontró en La Palma un pueblo dócil a la belleza a propósito de la fe y dócil a la fe a propósito de la belleza. Así recibimos y mantuvimos un arte que, de no ser por La Palma, hubiese desaparecido cuando en 1763 Carlos III prohibió la representación de Autos o Loas Sacramentales y Marianas: la Palma “logró pasar por alto esta orden, pero cambiándole el título por el de Alegoría, Escena Alegórica, Alegoría Dramática, Fantasía Lírico-Dramática y Carro Alegórico y Triunfal, que es el más popular” (Luis Pérez Mar tín, Datos históricos de los autos sacramentales del siglo XVII en Canarias y La Palma) . De tal belleza dorada hemos sido los palmeros fieles y únicos testigos; empezando por los nombres, que Calderón define en su “Loa a la segunda esposa”:

Pastor: ...decidme, aquellas torres

o triunfales carros que

el aire ocupan disformes,

¿para qué fin aquí están?

Labradora: A fin de hacer las mejores

fiestas que pudo la idea

inventar.

Pastor: ¿Qué son?

Labradora: Sermones

puestos en verso, en idea

representable cuestiones

de la Sacra Teología,

que no alcanzan mis razones

a explicar ni comprender

y el regocijo dispone

en aplauso de este día.

 

El primer Carro de la Bajada y los subsiguientes de Poggio cumplen con plenitud la condición expresada por Pérez Vidal: corresponder a un contexto cultural y ser escrito expresamente por un poeta de la isla. No se da esta última condición en el Carro que se presentó en 1940 y este año se repone; pero sí cumple la segunda observación de Pérez Vidal en el sentido de reflejar las tendencias de la época. Tengo para mí que así ha sucedido a lo largo de la historia de los Carros y lo digo porque lo contrario sería más difícil y sorprendente: intuimos que en el Romanticismo predominaron Carros románticos, y que hubo anteriormente neoclásicos, o posteriormente absolutistas de Fernando VII y el “vivan las caenas”, como hubo el subsiguiente “liberal” reflejo en torno al trienio constitucional, incluido el “viva la Constitución”.

El Carro que nos ocupa ofrece una lírica bien definida donde la música y el color hallan fácil estancia, desde el principio:

 

Trovador: Tus ojos, niña divina,

tienen del cielo el color,

del mar los puros destellos,

el fuego ardiente del sol.

Tu boca es clavel de sangre,

Coral, amapola y miel;

Tus mejillas, oro y rosa,

Tu cara, luz del Edén.

 

La Palma: No merezco de tus labios,

Esas flores, Trovador

Tanta belleza no existe

Más que en tu sueño de amor.

Si la mujer conocieras

Que yo venero en mi fé,

En su obsequio cortarías

Las flores de tu vergel.

 

hasta el final:

 

Trovador: ¡Y la Victoria alegre! Resuenen los clarines

Que digan a los mundos el júbilo triunfal.

La Palma: ¡Oh Virgen de las Nieves! Invicta Capitana,

Nos diste generosa, divina soberana

La Paz, que es nuestra vida, honor y libertad.

 

Coro final: La cruz Redentora

Se eleva radiante

Que España triunfante

La espada empuñó.

La Virgen María

Fue norte y victoria,

Por ella, la gloria

Sus sienes ciñó.

Virgen de las Nieves,

Madre Inmaculada,

Tu imagen sagrada

Nos guía doquier;

Llévanos al cielo

Pues solo a tu lado

El premio logrado

Queremos tener.

 

Queda, una vez más, patente, la opinión de Pérez Vidal sobre la relación de cada Carro con el entorno histórico, tanto respecto al numen poético que se expresa en una lírica popular y, sin duda, palmera:

 

tus mejillas, oro y rosa, tu cara, luz del Edén;

en su obsequio cortarías las flores de tu vergel

 

como respecto a la influencia del entorno socialmente operante: yo tenía quince años en 1940 y me sumaba a la influencia aunque, en este caso, me ocupaba más de las peripecias musicales del Carro que de sus significaciones religioso-políticas; mi padre formaba parte de la comisión organizadora del Carro junto con muchas personas reconocidas como afines al mundo del arte; vivíamos entonces a caballo entre el Año de la Victoria y el Primer Año Triunfal:

 

¡Y la Victoria alegre! Resuenen los clarines que digan a los mundos el júbilo triunfal.

La Cruz Redentora se eleva radiante, que España triunfante la espada empuñó. La Virgen María fue norte y victoria, por ella, la gloria sus sienes ciñó.

En resumen, la Virgen de las Nieves era, finalmente, la invicta Capitana. Tal la realidad de 1940 y tal el reflejo que, una vez más, el Carro cumplió.

 

A modo de breves acotaciones finales donde el cariño suple la memoria deficiente, recuerdo la lindura del texto del Carro de Lota España; alguno de los numerosos y entrañables Carros de don Antonio Rodríguez López; no recuerdo el texto del Carro de la República, pero sí la música de Felipe López, el primer Músico palmero, que se ha intentado reponer, intento que, a mi juicio, no debe abandonarse; recuerdo los Carros “palmeros” de don José Felipe Hidalgo y don Félix Duarte; recuerdo especialmente mi Carro preferido, el que escribieron Luis Ortega y Gabriel Duque, cuya reposición he venido recomendando por su categoría literaria y su genuina singularidad palmera: se trata quizá del Carro más próximo a los iniciales de Poggio tanto en forma como en el fondo acorde con nuestra realidad sociohistórica. En contradicción con tal influencia del contexto en los textos, tal vez figuren mis tres últimos Carros (trilogía Las orillas de Dios), en los que, reflexionando sobre mi fe personal, no reflejo el status religioso predominante.

Sobre estas y otras particularidades queda, a la postre, y a mi juicio, la expresión general de una verdad que he pretendido comunicar en esta reflexión: la fuerza de las Fiestas Lustrales descansa en la fuerza inicial del Carro, de Poggio, del Siglo de Oro. El Carro ya estaba en la Península y encontró en La Palma un Calderón que lo dedicara a la Virgen de las Nieves y un pueblo dócil a la belleza a propósito de la fe y dócil a la fe a propósito de la belleza. Item más: encontró en La Palma el suficiente ingenio para burlar una prohibición real y conservar así, cada cinco años, el eco único de una de las glorias del Dorado Siglo.

 

Luis Cobiella

Santa Cruz de La Palma, abril, 2005

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